“Solo sé que no sé nada” es una de las célebres citas del filósofo griego Sócrates, pero seguramente no os habréis detenido a reflexionar sobre el significado de sus palabras.
A vuestros dieciséis o diecisiete años ya sabréis que los seres humanos somos imperfectos por naturaleza. Por ello, es normal que el agobio ante la cantidad de conocimientos que se os intenta transmitir en tiempo récord os haga caer en la cuenta de que no sois máquinas ni de procesar ni de retener información a largo plazo, y os sintáis, en cierta medida, frustrados. Sin embargo, aunque no lo creáis, es ahí donde surge la posibilidad del aprendizaje.
Debéis ser conscientes de que “aprender” implica humildad, reconocer que no somos tan buenos en algo y que tenemos espacio de mejora, pero –eso sí- asumiendo la posición de la disponibilidad y voluntad de aprender y adquirir conocimientos de diferentes temas.
Asimismo, “aprender” es también una actitud y una forma de ver la vida. De modo que, afortunadamente, contamos con la posibilidad de vivir una vida emocionante siempre, desde que nacemos hasta que morimos, y está en el libre albedrío de cada uno decidir si se quiere o no dejarse maravillar por el mundo. El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse está más próximo a asemejarse a un muerto, ya que los ojos del entendimiento permanecen cerrados y la luz que entra por sus ojos no puede ser procesada.
Os animo a encaminaros por la ruta de la curiosidad y a ir en busca de respuestas.
¡Solo sé que quiero saber de todo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario